Tifón en Hong Kong
El tifón ha pasado. La pasada noche, desde la ventana de la habitación en el centro de Hong Kong, veía postrarse las palmeras bajo una manta de agua. La tempestad se ha desviado y el agua que ahora cae del cielo vuelve a ser la de los aparatos de aire acondicionado que inundan la cuidad.
La población de estas costas no pide a sus dioses que les liberen de los tifones, porque saben que son parte de su mundo; les piden que les den fuerzas y recursos para superarlos con firmeza. Esta noche, en el avión de vuelta, pensaré en esta forma de encarar la vida, siempre compleja pero también siempre apasionante. Me diré una vez más: no te quejes de las dificultades que se te presenten por el camino, porque son inevitables. Como decía Gabriel, el protagonista de El oso, el tigre y el dragón, acéptalas con naturalidad y activa tu creatividad para salir victorioso.
Hasta pronto, Hong Kong.
No pidas a tus dioses que te liberen de los tifones. Pide fuerzas y recursos para superarlos.
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