La paciencia del bambú
China es bambú. En algunas aldeas, como la maravillosa Shaxi en la que disparé esta fotografía el pasado verano, el paisaje, la gastronomía, sus vidas serenas, todo está inundado de la paciencia de la planta.
Teniendo en cuenta que alcanza treinta metros de altura en un solo mes, podría decirse que es el árbol que crece a mayor velocidad. Imagina: un metro al día, cinco centímetros por hora. Si te sientas frente al primer brote y te concentras, asistes a su desarrollo a tiempo real.
Pero si plantas en tu jardín unas semillas traídas del país asiático y esperas que eso ocurra de inmediato, lo único que crecerá será tu decepción y frustración. ¿Es debido al clima diferente, al tipo de tierra o de agua? No. ¿A tu poca experiencia como agricultor? Tampoco. De hecho, estás haciendo lo único que hay que hacer: regarla. ¿Qué ocurre entonces? Que esta sabia planta está creciendo hacia abajo.
Durante sus siete primeros años de vida, el bambú se dedica a forjar la profunda red de raíces que, después, le permitirán llegar al cielo. Cierto es que ha de esperar el tiempo necesario, pero cuando llega el momento ninguna dificultad le detiene. Aunque lo tales varias veces durante su mes de desarrollo, gracias a la fuerza que le proveen esas raíces, él seguirá ascendiendo más y más hasta alcanzar la altura ansiada.
Su flexibilidad le permite adaptarse a escenarios que otras plantas de tronco grueso no soportarían. Pero su principal virtud es esa maravillosa paciencia. La virtud de aquellos que son capaces de aceptar con calma las contrariedades, de aquellos que no se dejan esclavizar por el tictac del reloj. Porque el único tictac que ha de sonar en nuestra vida, y bien fuerte, es el de los latidos de nuestro corazón.
Cuando plantes una semilla empresarial, profesional o familiar, no te desesperes porque no brote al principio. Riégala con calma, deja que despliegue su red de raíces con consistencia. Persevera en su cuidado aunque no se perciban los brotes. Un buen día, sin que te des cuenta, estará preparada y se elevará hasta las nubes.
Cuando inicies un proyecto, forja con paciencia una base firme sobre la que pueda desarrollarse y crecer.
Durante sus siete primeros años de vida, el bambú se dedica a forjar la profunda red de raíces que, después, le permitirán llegar al cielo.
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