Andrés Pascual | Los escenarios de «Taj» (Premio Novela Histórica Alfonso X El Sabio)
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Los escenarios de «Taj» (Premio Novela Histórica Alfonso X El Sabio)

Premio 2016 de Novela Histórica Alfonso X El Sabio

Los escenarios de «Taj» (Premio Novela Histórica Alfonso X El Sabio)

¿Qué tiene la India, que a todos nos llama tarde o temprano?

Desiertos, vacas sagradas, playas hippies, montañas nevadas, templos, plantas de té, gentes que visten mil colores con lágrimas pintadas en la frente… Es como si el país entero emitiera una dulce melodía de flauta y el resto del planeta, como sonámbulos, sintiésemos la necesidad de viajar allí para perdernos por sus calles repletas.

En un libro que escribí hace años para la editorial Planeta, El sol brilla por la noche en Cachemira, decía que contemplar la India es como mirar dentro de un caleidoscopio. Frases en hindi y en urdu hacen tirabuzones en el aire, tejiendo una pashmina de palabras. Docenas de dioses y budas se dirigen a sus templos; hay tantos que tienen que cederse el paso en las esquinas.

Ya lo decía Mark Twain: «La India es la cuna de la raza humana, la madre de la historia, la abuela de la leyenda y la bisabuela de la tradición».

Cuando visité el Taj Mahal lo tuve claro. Desde el primer momento. Necesitaba escribir la historia de los 20.000 trabajadores, héroes anónimos, que durante más de una década se dejaron la piel para levantarlo. Pensaba en esa construcción y me decía a mí mismo que no somos nada, apenas unos granos de arena en mitad del espacio y del tiempo, pero al mismo tiempo albergamos dentro de nosotros la fuerza necesaria para emprender cualquier desafío.

Los trabajadores se merecían este libro. Quiero creer que el Premio 2016 de Novela Histórica Alfonso X El Sabio es su forma de agradecerme el haber saldado esta deuda histórica.

Rabindranath Tagore describió el Taj Mahal como “una lágrima en la mejilla del tiempo”.

En la novela he tratado de hacer un guiño a los antiguos expedicionarios, como François Bernier, quien escribió Viajes por el imperio mogol. ¿Os imagináis qué tenían que sentir estos aventureros al embarcarse hacia la otra punta del mundo y darse de bruces con maravillas semejantes?

Espero que cuando abráis este puñado de páginas, o recorráis estas fotografías de los escenarios de la India que me sirvieron de inspiración, sintáis cuando menos una pizca de esa fascinación de antaño.

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